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domingo, 10 de julio de 2011

El poder de la resurrección de Cristo

“El poder de su resurrección” San Mateo 27:52-53
Conversando con unos amigos, Viviana esposa de mi gran amigo Mauricio (Mitolala) me hizo una pregunta que me dejo meditando ¿Que sucedió con aquellos que resucitaron cuando Jesús resucito? ¿ellos vivieron, ó  pasaron al descanso, ó habrán ascendido junto con Jesús?.

a la Luz de las escrituras responderemos estas interrogantes

la Biblia dice asi

Mateo 27:50
Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu.
Mateo 27:51
Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;
Mateo 27:52
Y abriéronse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;
Mateo 27:53
Y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron á la santa ciudad, y aparecieron á muchos.


Los Primeros Frutos
CUANDO Cristo exclamó en la cruz: "Consumado es" (Juan 19: 30), hubo un gran terremoto que abrió las tumbas de muchos que habían sido fieles y leales al dar su testimonio contra toda obra de mal y magnificar al Señor de los ejércitos. Cuando el Dador de la vida salió del sepulcro proclamando: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11: 25), convocó a esos santos de sus tumbas. Mientras vivían, habían testificado resueltamente de la verdad. Ahora habían de ser testigos de Aquel que los había levantado de los muertos.

 Estos, dijo Cristo, no son más cautivos de Satanás. Los he redimido; los he traído de la tumba como primicias de mi poder para que estén conmigo donde yo esté, para que nunca más vean la muerte ni experimenten pesar.

 Durante su ministerio, Jesús levantó a los muertos dándoles vida. Resucitó al hijo de la viuda de Naín, a la hija de Jairo y a Lázaro. Pero ellos no fueron revestidos de inmortalidad. Después de haber sido resucitados, continuaron estando sometidos a la muerte. Pero los que resucitaron en ocasión de la resurrección de Cristo, fueron resucitados para vida eterna. Ellos fueron la multitud de cautivos que ascendieron con Cristo como trofeos de su victoria sobre la muerte y el sepulcro.

 Después de su resurrección, Cristo no se mostró a nadie sino a sus seguidores, pero no faltó testimonio en cuanto a su resurrección. Los que fueron resucitados con Cristo "aparecieron a muchos" (Mat. 27: 53), declarando: Cristo ha resucitado de los muertos, y hemos resucitado con él. Dieron testimonio en la ciudad del cumplimiento del pasaje: "Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo ! porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos" (Isa. 26: 19). Esos santos contradijeron la mentira que propagaba la guardia romana que había sido sobornada con ese fin: que los discípulos habían venido de noche y se habían llevado a Cristo. Este testimonio no pudo ser silenciado.

Cristo fue las primicias de los que duermen. Para la gloria del Padre, el Príncipe de la vida debía ser las primicias, la realidad simbolizada por la ofrenda mecida. "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos" (Rom. 8: 29). Esta misma escena, la resurrección de Cristo de los muertos, había sido celebrada simbólicamente por los judíos. Cuando maduraban en los campos las primeras espigas de los cereales, eran cosechadas cuidadosamente, y cuando la gente subía a Jerusalén, ellas eran presentadas ante el Señor como una ofrenda de agradecimiento. La gente mecía las gavillas maduras delante de Dios, reconociéndolo como al Señor de la cosecha. Después de esa ceremonia, el trigo era guadado y se recogía la cosecha.

 
Así también los que habían sido resucitados habían de ser presentados ante el universo como una garantía de la resurrección de todos los que creen en Cristo como su Salvador personal. El mismo poder que levantó a Cristo de los muertos levantará a su iglesia y la glorificará con Cristo, 360 como a su novia, por encima de todos los principados, por encima de todos los poderes, por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en los atrios celestiales, el mundo de arriba. La victoria de los santos que duermen será gloriosa en la mañana de la resurrección. Terminará el triunfo de Satanás, al paso que triunfará Cristo en gloria y honor. El Dador de la vida coronará con inmortalidad a todos los que salgan de la tumba. (Por Elena G. de White)

En la mañana encontré un resumen de los acontecimientos ordenados me pareció interesante agregarlo para poder tener una mejor vision de los sucesos en forma cronológica de la resurrección de Jesús. Escrito por el pastor Walther Ruiz


Sus discípulos estaban ocultos en el aposento alto, temerosos, apesadumbrados, desesperanzados por la muerte de su querido Maestro.
La gente que llegaba a Jerusalén por la Pascua estaba desorientada. Muchos buscaban a Jesús con sus enfermos y moribundos, pues sabían que debería estar en la ciudad. Otros querían oír sus palabras. Pero palabra alguna sería pronunciada por Jesús ese día. Varios moribundos morirían aquel día porque la mano que había sanado a tantos yacía sobre el pecho inerte del Maestro de Galilea.
Varios sacerdotes estaban de servicio en el templo, ofreciendo los sacrificios (que ya no tenían valor a los ojos de Dios). Miraban apesadumbrados cómo el pesado velo de lino, oro y piedras preciosas del Templo yacía roto dejando a la vista de todos por vez primera, el Lugar Santísimo. Todos ellos se hallaban conmocionados por las señales que habían presenciado durante la muerte de Jesús de Nazaret. Muchos sacerdotes estaban soñolientos, habían pasado la noche en vela, escudriñando en sus rollos las profecías referentes al Mesías. Muchos de ellos creerían después.
Pero los dirigentes que habían llevado a la muerte a Jesús, estaban sencillamente aterrorizados. La gente acudía a ellos pidiendo información sobre el secreto a voces de que Jesús había sido crucificado. Otros hacían preguntas sobre la base de las profecías. Ellos no podían responderles. Sólo recordaban que Jesús había prometido resucitar al tercer día. Y aunque no estaban dispuestos a pisar el atrio de los gentiles para no contaminarse, esa tarde tuvieron una junta de iglesia, en la casa de Pilatos.
Pilatos les concedió lo que pedían, y junto con cien soldados, ataron con cuerdas roca que cerraba el sepulcro de Cristo, y pusieron el sello del César sobre ellas. Regresaron ‘tranquilos’ a Jerusalén. Todo lo humanamente posible para impedir la resurrección de Jesús estaba hecho.
¡Cuan vana es la mente humana frente a la mente del Omnipotente!
Pero no sólo eran las cuerdas que ataban la roca a la montaña y los cien soldados del mejor ejército del mundo los decididos a mantener muerto a Jesús. Encima de ellos toda la hueste de Satanás acampó, decidida a mantener en la sepultura a Aquel que había osado venir a este mundo a tratar de salvar a la humanidad.
¡Cuan vanos son los intentos satánicos frente a los designios de Dios!

¿Qué pasó aquel domingo de madrugada?
Mateo y Juan son los que nos proporcionan más detalles de lo ocurrido ese día, pero todos los evangelios nos dan información. A veces esta información parece fragmentaria hasta contradictoria. Pero esto es debido a los énfasis salvíficos de cada uno. La mensajera del Señor también nos dejó un relato de los hechos. A continuación les ofrezco una relación tentativa de lo acontecido, para tu salvación y la mía.

1.    En las últimas horas de la noche, cuando estaba por despuntar el día domingo, el cuerpo de Jesús permanecía aún en la tumba (El Deseado de todas las gentes, p. 725).
2.    Mientras estaba todavía oscuro, María Magdalena se dirigió a la tumba (Juan 20:1). Parece que las otras mujeres estaban juntas cuando llegaron al sepulcro (El Deseado de todas las gentes, p. 732).  Quizá se habían puesto de acuerdo con María para encontrarse en el sepulcro, aproximadamente al salir el sol (Marcos 16:2).
3.    Mientras estaba todavía oscuro (El Deseado de todas las gentes, pp. 725-726), y mientras las mujeres iban todavía camino a la tumba (El Deseado de todas las gentes, p. 732), “un ángel del Señor”, el más poderoso de las huestes celestiales, el que ocupa el lugar de Lucifer, y que anunció el nacimiento de Cristo, semejante a un rayo descendió del cielo, rodeado de una luz potentísima. Las huestes  satánicas huyen frente a tal poder divino. Descienden más ángeles, entre todos ellos están los dos guardianes que lo cuidaron mientras estuvo en la tierra (El Deseado de todas las gentes, p. 771).
4.    Los soldados de susto fueron “vueltos como muertos”. El ángel “removió la piedra” (Mateo 28:2) como un guijarro y clamó en alta voz: “Hijo de Dios, sal fuera; tu Padre te llama” (El Deseado de todas las gentes, p. 725).
5.    El Salvador por la vida que había en él (El Deseado de todas las gentes, p. 729), sale de la tumba de José, revestido de gloria. “¡Yo Soy la resurrección y la vida! Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17,18).
6.    En ese momento un grupo especial de hijos de Dios, “que habían dado testimonio de él a costa de su vida” (Mateo 27:52,53; El Deseado de todas las gentes, p. 730), resucitó y apareciendo a muchos en Jerusalén decían: ¡Cristo ha resucitado de los muertos, y nosotros hemos resucitado con él!
7.    Cuando Cristo, los ángeles y la luz desaparecieron, los soldados romanos, que habían visto al ángel quitar la piedra, lo oyeron llamar al Hijo de Dios, y vieron a Cristo realmente salir de la tumba, se alejan del sepulcro y fueron tambaleantes a la ciudad dando la más grande noticia del tiempo y la eternidad (El Deseado de todas las gentes, pp. 725-727).
8.    María Magdalena llegó a la tumba, y al encontrar que la piedra había sido quitada (Juan 20:1), se apresuró a referirlo a los discípulos (Juan 20:2; El Deseado de todas las gentes, p. 732).
9.    Las otras mujeres, entre ellas María, madre de Jacobo, junto con Salomé y Juana (Marcos 16:1; Lucas 24:1, 10), llegaron al sepulcro. Encontraron allí al ángel que había descendido del cielo para llamar a Cristo del sepulcro, sentado en la piedra que había quitado de la entrada de la tumba (Mateo 28:2; El Deseado de todas las gentes, p. 732).  Al verlo, las mujeres quisieron huir, pero se detuvieron al oír el maravilloso mensaje del ángel: No está aquí, pues ha resucitado, como dijo (Mateo 28:5-7, Marcos 16:6-7; El Deseado de todas las gentes, p. 733). Entrando en el sepulcro, encontraron a otro ángel sentado en la loza de piedra donde Jesús había estado (Marcos 16:5; cf. Juan 20:12).  Este ángel les dice: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que ha resucitado?” (Lucas 24:5-7, El Deseado de todas las gentes, p. 733) Las mujeres recuerdan lo dicho por Cristo sobre su resurrección.
10.    Sin demora, las mujeres van a dar el informe a los discípulos, obedeciendo a los ángeles (Mateo 28:8-9, 11; Marcos 16:8; Lucas 24:9-10). Aparentemente, es en este momento que los soldados recién consiguen llegar a Jerusalén, ante los “principales sacerdotes”, que paralizados de horror escuchan su informe (Mateo 28:11).
11.    Mientras tanto, María Magdalena había encontrado a Pedro y a Juan y les había informado que había encontrado vacío el sepulcro (Juan 20:2). Los dos discípulos corrieron al sepulcro, pero Juan llegó primero (Juan 20:3-4). Pedro, y luego Juan, entraron en el sepulcro, pero ninguno de ellos vio a los ángeles (Juan 20:5-10;  Lucas 24:12). María los siguió hasta la tumba y permaneció allí después que Pedro y Juan se habían ido (Juan 20:11-13; El Deseado de todas las gentes, p. 733).
12.    María se inclinó para mirar dentro del sepulcro y vio a los dos ángeles sentados en la piedra donde había estado el cuerpo de Cristo (Juan 20:11-13; El Deseado de todas las gentes, p. 733).
13.    Al erguirse, María oyó la voz de Jesús, quien le dice: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” María no percibió que era Jesús quien le hablaba (Juan 20:14-15).  Entonces Jesús se reveló a ella, que resultó ser la primera persona -sin contar los soldados romanos (El Deseado de todas las gentes, p. 734)- que lo veía después de haber resucitado (Marcos 16:9).  Jesús se niega a ser tocado por ella, pues aún no subía a su Padre. María Magdalena es también el primer discípulo con el cometido de anunciar que el Señor ha resucitado (Juan 20:18).
14.    Después que se fue María, Jesús ascendió por un tiempo muy breve al cielo para presentarse ante el Padre como primicia de los que durmieron (1 Corintios 15:20). Recibe de él la aceptación de su sacrificio a favor del mundo, y la ratificación del pacto hecho antes de que el mundo existiera. ¡La salvación de los hombres ahora es SEGURA en Cristo! (Juan 20:17; El Deseado de todas las gentes, p. 734).
15.    Después de ascender al Padre, ese mismo domingo, Jesús apareció al grupo de mujeres que fueron a ungirlo (DTG 735), diciéndoles con cariño “¡Os Saludo!” (Mateo 28:9-10; El Deseado de todas las gentes, p. 735).  Esto ocurrió mientras las mujeres iban para informar a los discípulos que la tumba estaba vacía (versículo 9), por lo tanto los acontecimientos deben haber ocurrido en rápida sucesión. A lo largo del día, Jesús apareció a Pedro (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5), a Cleofás y un discípulo que iban a Emaús (Lucas 24:13-32; Marcos 16:12) y finalmente a los discípulos que estaban en el aposento alto (Marcos 16:14; Lucas 24:33-48; Juan 20:19-23; 1 Corintios 15:5). Tomás estaba ausente (Juan 20:24-25). Creería después.

¿Por qué es importante para nosotros la resurrección de Cristo?

Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 15 nos da tres razones fundamentales para jamás negar la resurrección de Cristo:
1.    Porque es la esencia del Evangelio (15:3): El mensaje de las “primicias” que resucitaron con Cristo, es esencialmente el mensaje que hoy debemos vivir y anunciar al mundo para Salvación, ¡Cristo ha resucitado de los muertos y nosotros tenemos una nueva vida en él, Aleluya!
2.    Porque de no ser así, el mensaje del evangelio de Cristo sería realmente ‘el opio del pueblo’ (15:14, 15) y Dios no nos habría perdonado los pecados, y todo lo que podríamos ser es un grupito de moralistas hipócritas en mayor o menor grado, dignos de la compasión del mundo (15:17-19).
3.    Porque la resurrección es la seguridad de su Segunda Venida y del fin del mal. Si Cristo resucitó, entonces vendrá otra vez, y destruirá todo el mal y el dolor del universo, hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. Y acabará finalmente con la propia Muerte (15: 22-25).
Hoy, la resurrección es la seguridad total del poder de Dios. Dios tiene poder. Jesús tiene poder. Esencialmente los cristianos somos personas que creemos que sólo un poder fuera de nosotros, sí puede cambiar nuestras vidas, porque vemos que no podemos más con nosotros mismos. Y ese poder, gracias a la resurrección, está en Cristo, hoy, a tu entera disposición.
Todo gracias a la Cruz de Cristo.
Hubo uno que no estaba en la iglesia cuando todos vieron a Cristo, y que ya no tenía fe, y que pensaba que su vida espiritual con Dios estaba acabada. Que sólo quedaba vivir como un ser humano más en el mundo ¿Habrá alguien así hoy? Su nombre era Tomas (Juan 20:24-29) ¿Y qué hizo que Tomas volviera a tener fe?
Te doy su secreto:
a.    No se alejó de la iglesia, siguió perseverantemente al lado de ellos, “ocho días más.”
b.    Hasta que Jesús apareció de nuevo. Hoy Jesús todavía aparece, en un sermón, quizá este sermón, en una oración, al leer ansiosamente su Palabra, en un libro, en las súplicas que nos hace en la vida. ¡Por favor, sigue al lado nuestro, hasta que Jesús se te aparezca de nuevo!
c.    Y cuando apareció creyó. Es que eso es lo que había estado pidiendo al ver el rostro de los demás. ‘Yo quiero tener esa fe, yo quiero tener esa esperanza, yo quiero tener ese amor.’ Humíllate ante el Señor.
“¡Cristo ha resucitado de los muertos y nosotros hemos resucitado con él!”
¿Qué vas a hacer ahora?
1 Corintios 15:51-58
“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria! ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? Pues el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano”
Pr. Walther Ruiz

Agradecimientos a Pr. Hugo Gallardo

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